Ángel Oliva Moreno realizó labores de peluquero y sacristán en Bordecorex , allá por los años 50 del siglo pasado.
Trascribimos sus impresiones y recuerdos de aquellos años con sus propias palabras que amablemente nos ha hecho llegar , contribuyendo con su grano de área a ir registrando en este blog la memoria del pueblo:
" Como te dije relevé a los de Velamazán Jesús y Luis. Ellos dejaron de venir para que yo me encargase de servir al pueblo, con las mismas condiciones que lo hacían ellos.
Esto se estipulaba de forma verbal , el ajuste se renovaba de año en año, en San Miguel. Los vecinos casados pagaban en trigo o cebada una fanega de grano al año por San Miguel . Una vez cosechado solo se afeitaba y cortaba el pelo una vez por semana. Los jóvenes eran libres, y pagaban en moneda. Si alguno quería igualarse a los casados podía hacerlo, y en este caso pagaba igual pero podía afeitarse o cortarse el pelo todos los fines de semana, que era el derecho que tenían los casados. Todos tenían que traer, un paño o toalla limpia que servía de babero. Si estaba alguno enfermo lo servía a domicilio. Esto ocurría con frecuencia.
Ángel afeitando en el servicio militar
Recuerdo cuando prestaban el servicio los de Velamazán que se les llevaba el grano con caballerías y siempre agasajaban con buena comida en su casa, pues su madre era una gran cocinera, lo digo por experiencia propia. Ya cuando me quedé yo, mi padre recogía el cereal en el granero de casa.
En estas mismas condiciones se le pagaba al herrero, llamado Fidel , que venía de Marazobel, que después lo relevaría su hijo Domino, pues teníamos buena relación de vecinos, porque la fragua estaba lindera con la peluquería. Por esta razón algún rato que no había faena lo aprovechábamos para echar un partido de pelota. Aquí entraban también unos que venían de la Riba llamados los aceiteros Ángel, Hipólito, y Germán. Ya solo faltaban los secretarios de Caltojar, un tal Juanito y Rafael ; entonces al final de la jornada terminábamos en la cantina con un porrón tras otro de buen vino y unos cacahuetes. Esta cantina estaba en la calle Cantarranas junto a mi casa . Yo por supuesto era el benjamín el más joven, pero como disponía de alguna pesetilla no me encogía en las propuestas y ofertas.
Recuerdo cuando había algún enfermo, era el que tenía que coger la bicicleta e ir a buscar al médico a Caltojar e incluso a Barcones, pues en el pueblo no había ningún funcionario, y lo mismo ocurría con el veterinario , la farmacia, el herrador de las caballerías y el cura, Don Gregorio . No olvidaré como los domingos a las 8 horas me despertaba llamando en la puerta de casa pegando manotazos el caballo, pues él no se apeaba , y cuando yo muerto de sueño preguntaba : ¿ quien es ? , el decía ¿ quien va a ser ? ¡ el cura ! ; yo ya me ponía nervioso hasta que se celebraba la misa. Pues era un hombre de genio y temperamento fuerte, y siempre tenía prisa porque atendía a tres pueblos, era muy mayor y tenía que ayudarle a vestirse y desnudarse los hábitos, después subirlo al caballo o yegua y acompañarlo hasta el la fuente vieja.
Algunos días de boda, entierro o fiestas mayor cuando nos repartíamos lo recaudado en los responsos se hacían cuatro montones y para él eran tres y para mi uno . En alguna ocasión que sobraba algún céntimo, me dijo "anda cógelo, que no estas listo ni para cobrar.! Claro me dejó planchado¡. Otro día celebrando la misa durante el ofertorio, me puse a tocar el pequeño órgano que había, que ahora está en el museo de la escuela, pues me distraje y seguía tocando, el había terminado, y esperaba que yo parase ; como no lo conseguía se volvió hacia mi diciendo ¡Calla ya cencerro ,,.! , o sea que no ganaba para sustos ".
Angel Oliva Moreno
Gracias Ángel por compartir vivencias de tus años en Bordecorex con esa espontaneidad y frescura , y animamos a todo aquel que quiera contar sus recuerdos y compartir sus fotos a que nos escriba.
Trascribimos sus impresiones y recuerdos de aquellos años con sus propias palabras que amablemente nos ha hecho llegar , contribuyendo con su grano de área a ir registrando en este blog la memoria del pueblo:
" Como te dije relevé a los de Velamazán Jesús y Luis. Ellos dejaron de venir para que yo me encargase de servir al pueblo, con las mismas condiciones que lo hacían ellos.
Esto se estipulaba de forma verbal , el ajuste se renovaba de año en año, en San Miguel. Los vecinos casados pagaban en trigo o cebada una fanega de grano al año por San Miguel . Una vez cosechado solo se afeitaba y cortaba el pelo una vez por semana. Los jóvenes eran libres, y pagaban en moneda. Si alguno quería igualarse a los casados podía hacerlo, y en este caso pagaba igual pero podía afeitarse o cortarse el pelo todos los fines de semana, que era el derecho que tenían los casados. Todos tenían que traer, un paño o toalla limpia que servía de babero. Si estaba alguno enfermo lo servía a domicilio. Esto ocurría con frecuencia.
Ángel afeitando en el servicio militar
Recuerdo cuando prestaban el servicio los de Velamazán que se les llevaba el grano con caballerías y siempre agasajaban con buena comida en su casa, pues su madre era una gran cocinera, lo digo por experiencia propia. Ya cuando me quedé yo, mi padre recogía el cereal en el granero de casa.
En estas mismas condiciones se le pagaba al herrero, llamado Fidel , que venía de Marazobel, que después lo relevaría su hijo Domino, pues teníamos buena relación de vecinos, porque la fragua estaba lindera con la peluquería. Por esta razón algún rato que no había faena lo aprovechábamos para echar un partido de pelota. Aquí entraban también unos que venían de la Riba llamados los aceiteros Ángel, Hipólito, y Germán. Ya solo faltaban los secretarios de Caltojar, un tal Juanito y Rafael ; entonces al final de la jornada terminábamos en la cantina con un porrón tras otro de buen vino y unos cacahuetes. Esta cantina estaba en la calle Cantarranas junto a mi casa . Yo por supuesto era el benjamín el más joven, pero como disponía de alguna pesetilla no me encogía en las propuestas y ofertas.
Recuerdo cuando había algún enfermo, era el que tenía que coger la bicicleta e ir a buscar al médico a Caltojar e incluso a Barcones, pues en el pueblo no había ningún funcionario, y lo mismo ocurría con el veterinario , la farmacia, el herrador de las caballerías y el cura, Don Gregorio . No olvidaré como los domingos a las 8 horas me despertaba llamando en la puerta de casa pegando manotazos el caballo, pues él no se apeaba , y cuando yo muerto de sueño preguntaba : ¿ quien es ? , el decía ¿ quien va a ser ? ¡ el cura ! ; yo ya me ponía nervioso hasta que se celebraba la misa. Pues era un hombre de genio y temperamento fuerte, y siempre tenía prisa porque atendía a tres pueblos, era muy mayor y tenía que ayudarle a vestirse y desnudarse los hábitos, después subirlo al caballo o yegua y acompañarlo hasta el la fuente vieja.
Algunos días de boda, entierro o fiestas mayor cuando nos repartíamos lo recaudado en los responsos se hacían cuatro montones y para él eran tres y para mi uno . En alguna ocasión que sobraba algún céntimo, me dijo "anda cógelo, que no estas listo ni para cobrar.! Claro me dejó planchado¡. Otro día celebrando la misa durante el ofertorio, me puse a tocar el pequeño órgano que había, que ahora está en el museo de la escuela, pues me distraje y seguía tocando, el había terminado, y esperaba que yo parase ; como no lo conseguía se volvió hacia mi diciendo ¡Calla ya cencerro ,,.! , o sea que no ganaba para sustos ".
Angel Oliva Moreno
Gracias Ángel por compartir vivencias de tus años en Bordecorex con esa espontaneidad y frescura , y animamos a todo aquel que quiera contar sus recuerdos y compartir sus fotos a que nos escriba.
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