El día amanecía nublado y permanecería así el resto de la jornada alternando el cielo con algún claro que no dejaría a la temperatura subir más allá de 15 grados en todo el día, a pesar de encontrarnos ya a mitad del mes de mayo.
La época es buena para emprender esta excursión ciclista, que
requiere todo el día si se quiere paladear el paisaje y pararse frecuentemente
a curiosear varios puntos de interés, como es mi caso.
pinchar sobre la foto para agrandarla |
valle del Torete desde los Llanos |
Tomando la
primera bifurcación a derecha el camino forestal depara una larga recta solo
rota levemente por un par de curvas hacia la derecha. Al final de la segunda
curva ya se divisa la atalaya en línea recta.
La atalaya islámica de el Tiñón es espectacular, armoniosa en la inmensidad del páramo .
Tras la
estupenda restauración que tuvo hace años ha quedado tal como debió ser originalmente, y
además se puede acceder hasta arriba del todo, para contemplar una inmensa extensión de
meseta. Esta atalaya tiene contacto visual con otras dos atalayas
cercanas : la de la Ojaraca y la de la Riba de Escalote, además del castillo
de Rello.
Continuo la ruta hacia el pueblo de la Riba de Escalote, que se divisa fácilmente desde la propia atalaya. El pueblo de La Riba aparece tranquilo, muy solitario, como todas las localidades de esta comarca .
La riba de Escalote |
en el muro de la iglesia de La Riba de Escalote |
El tramo entre la Riba y Arenillas es de continua subida,
sobrepasando ya a partir de aquí los 1.100 mts de altitud.
En Arenillas solo doy una pequeña vuelta al pueblo sin bajar
de la bici para contemplar la fisonomía de las calles, sobrias, sencillas, y vacías
en el momento que yo paso.
A partir de aquí la carretera desciende hacia un valle recogido, por donde
baja un río, que en esta época ruge de caudal ,especialmente en algún
tramo con caída. El recorrido en este punto es muy agradable. La carretera
serpentea apaciblemente por un pequeño valle que forma praderas cubiertas de hierba , con
algunos árboles frutales , y un antiguo molino en su orilla .
Lumías aparece de repente . El enclave donde se sitúa este
pueblo siempre me pareció muy especial. Me causó muy agradable
impresión ya en la primera visita que hice , hace unos 10 años. Apacible,
pequeño y recogido es un pueblo adaptado perfectamente a la fisonomía del
cañón. Frente al pueblo se extiende una bucólica pradera muy verde. En las repisas de los cortados rocosos cuelgan cuidadosamente
tainas, palomares y alguna colmena rústica, con senderos de
vértigo y accesos asistidos con muros de piedra en sus puntos débiles. El río cruza por
mitad del pueblo y en las calles más altas la pared
rocosa sobresale.
Lumías |
iglesia de Lumías |
Tras tomar alguna foto del pueblo mi intención es recorrer
el cañón del río Talegones hasta el pueblo de Torrevicente . Son unos 6.5 kms
de sendero serpenteante entre paredones de caliza. He leído en algún sitio que
el camino es solo ciclable en un 60% del recorrido, pero confío en que cargando
con la bici a cuestas en algún tramo pueda recorrerlo completo.
Tras dejar Lumías atrás y entrando en el cañon ya percibo que el río
lleva mucho caudal. Nunca he recorrido completo, ni tampoco en bici, este cañón y me pregunto cómo
serán los pasos del rio más adelante. Cuando llevo recorridos unos 2 kms del cañón decido
parar a comer algo. Han pasado 4 horas desde que dejé Bordecorex.
Tras dar buena cuenta de las viandas, dedico una media hora de reposo a observar el vuelo
y posado de los buitres en las paredes del cañón , y continuo por el sendero, que en algunos puntos ya se
estrecha entre vegetación hasta solo la anchura de una persona. Hay que
conducir con temple para no rozarse demasiado los costados.
He cruzado ya dos veces el río saltando de piedra en piedra
con la bici a cuestas. Aparentemente, pienso,
se puede seguir, pero pronto me percato de que es solo una ilusión. En
un recodo del cañón el río se ensancha y hay que volver a cruzarlo, pero esta
vez sobre un estrecho y frágil tronco tendido de orilla a orilla, y además
molestado por la vegetación.
vista de un tramo del cañón |
En este punto decido que no merece la pena arriesgarme a
caer al río, y además sin la garantía de que un paso aún más difícil algo mas
adelante me haga retroceder el camino , y tener que arriesgar de nuevo en los
cruces de vuelta. Así que tomo la decición de darme la vuelta. Retrocedo unos 3 kms hasta Lumías.
Desde aquí seguiré la ruta hasta Torrevicente pero por la carretera.
Si alguna ventaja pudiera tener la despoblación de esta
comarca es que cuando viajas en bici por las carreteras apenas pasan coches.
La subida hasta el desvío de Torrevicente de unos 5 kms se me hace larga,
continua y dura.
Torrevicente es una aldea escondida, colgada de una ladera
del cañón, casi parece olvidada. La contemplo desde arriba. Sopeso si bajar hasta sus calles, pero las
piernas me piden que las reserve para el largo camino de vuelta. Llevo unos 40
kms sobre la bici. Así que, tras unos minutos de contemplación y silencio,
emprendo el camino de vuelta por la misma ruta que realicé hasta aquí desde la
Riba de Escalote, a excepción del tramo del cañón.
Torrevicente |
Al llegar a la Riba, la atalaya que hay cerca del pueblo, allí
arriba desafiante sobre una peña, me
mira tentadora bajo un cielo de tormenta. Tiene que haber buenas
vistas desde allí, pienso, y nunca he subido. Así que decido emprender la ascensión
hasta ella. Una larga cuesta de tierra con alguna revuelta me conduce hasta los
pies de la atalaya. La tarde cayendo y el cielo en su oscuridad tormentosa
tornan la visión ciertamente fantasmagórica. La atalaya ha sido restaurada, con
unas escaleras que permiten acceder a su tramo medio, en el que se abre un
balcón hacia el este. Las vistas son grandiosas, de un inmenso espacio de
terreno abierto.
La Riba desde la atalaya |
Tras la contemplación del paisaje emprendo la bajada hasta la carretera que conduce de La Riba a Caltojar . Este tramo, consistente en un pequeño cañón, se hace tranquilo y apacible entre roquedos con bonito cromatismo. Como los días son largos de luz, y a pesar del cansancio , decido desviarme un poco antes de llegar a Caltojar a ver un antiguo molino de río en restauración al que me gusta acercarme cada vez que paso por aquí.
Tras la visita al molino tomo un camino de tierra que desemboca en
la carretera Caltojar-Bordecorex a la
altura de la atalaya de la Veruela. Desde aquí solo un par de kilómetros me separan
ya del punto de partida, Bordecorex, a donde llego con los últimos rayos de sol, cansado y sudoroso, pero muy satisfecho por las intensas sensaciones y reflexiones que siempre me provocan los paisajes sorianos.
Perfíl y distancia :
ruta completa vista desde el oeste |
bonito zona e interesante trabajo
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