Abril 2018
Partiendo de Bordecorex, el valle del Río Torete es uno de esos parajes que, sin ser especialmente agreste o espectacular por su paisaje, su recorrido en solitario embauca y sumerge en una paz y ensimismamiento profundos.
Los 7 kms de camino forestal que serpentea, arropado por laderas de encinas y quejigos, desde Bordecorex a Fuentegelmes, suponen alejarse un poco del mundo, y a la vez sumergirse profundamente en el. Me gusta adentrarme en este valle a ritmo de bicicleta cada vez que visitó la zona. Tan solo con el viento, el canto de los pájaros y algún huidizo corzo que se cruza en el camino. El planear de los buitres, allá arriba observándolo todo en el cielo mas cristalino que conozco, delata que no estoy tan oculto del mundo como yo creía .
La atalaya islámica de la Torremocha se me presenta de improviso en un recodo, y me recuerda que históricos acontecimientos tuvieron lugar en estos parajes ahora tan desolados. Esta atalaya posiblemente vio pasar por delante de sus piedras el cuerpo inerte del moro Almanzor, que acababa de morir recientemente en Bordecorex en su retirada desde Calatañazor, siendo trasladado hasta Medinaceli. De esto han pasado ya 1016 años exactamente.
Tras varios kms de soledad tras una curva me saluda en la distancia la iglesia de Fuentegelmes , orgullosa con su espadaña y campanas bien conservadas, como preludio de un pueblo que será mas pequeño y despoblado de lo que hace presagiar su robusta iglesia.
A partir de aquí el valle se abre, las laderas de vegetación se agachan , los campos se extienden algo más a los bordes del camino, que deja de ser tal para tornarse modesta carretera, el cielo se hace más inmenso y más azul si cabe , y el viento ya no tiene piedad.
Villasayas se presenta tras unos 4 kms desde Fuentegelmes. Su iglesia en lo alto de un cerro es bastante imponente y desproporcionada al tamaño actual del pueblo.
Más tarde, durante el privilegio de poder visitar su interior, Edelia , quien muy amablemente me abre su vieja puerta, me relatará con entusiasmo que originalmente nació románica , pero más tarde durante los siglos XVI y XVII creció reconvirtiéndose a renacentista, además de barroca en sus retablos interiores. Afortunadamente sus reformadores de esos siglos tuvieron la sensibilidad de guardar su mejor fachada románica para dejarnos contemplar hoy en día la estupenda galería sur con sus columnas y capiteles, así como alguna arquivolta de fantasía en su pórtico de acceso.
El regreso a Bordecorex lo emprendo por el mismo camino.
Ahora es cuando el viento del oeste se cebará realmente conmigo, implacable, mirándome de frente desafiante, haciéndome trabajar cada pedalada, un poco más pesada, más trabajosa , cada vez un poco más espesa que la anterior.
Atravieso Fuentegelmes, pero desde aquí decido "disfrutar" una variante tras llegar al viejo puente en ruina sobre el río Torete, y me desvío a la izquierda. Este rústico camino supone una larga y constante subida entre bosques de encinas hasta los Llanos, la estepa castellana.
Arriba el paisaje es otro. Tan diferente a pesar de tan cercano al anterior. La inmensidad del páramo. Kilómetros de campo y pequeño matorral se extienden en todas direcciones. La ascensión continúa algo más leve. Aquí en lo más alto del páramo , a más 1.100 mts de altura, la vista es infinita hacia donde quieras mirar durante todo el pedaleo.
Allí al sur diviso la Sierra de Ayllon en Madrid . Si vuelvo la vista atrás el Moncayo me observa , tan impresionante que parece lo tuviera a tiro de piedra, a pesar de estar en la provincia de Zaragoza. Y aquella otra cordillera hacia el norte solo pueden ser las Sierras de Urbion y de la Demanda en Burgos. Impresionante. Todas con un generoso manto de nieve en esta época.
El pedaleo por la estepa castellana tiene un encanto que cuesta descubrir Este escenario monótono pero inmenso bajo un cielo impoluto y un viento cortante no es para todo el mundo. Te tiene que gustar la soledad ,la inmensidad, la Castilla olvidada.
Tras varios kms de pedaleo estepario, el valle del Torete se me presenta de nuevo con Bordecorex allí abajo al final del camino.
Partiendo de Bordecorex, el valle del Río Torete es uno de esos parajes que, sin ser especialmente agreste o espectacular por su paisaje, su recorrido en solitario embauca y sumerge en una paz y ensimismamiento profundos.
vista aérea del trazado |
La atalaya islámica de la Torremocha se me presenta de improviso en un recodo, y me recuerda que históricos acontecimientos tuvieron lugar en estos parajes ahora tan desolados. Esta atalaya posiblemente vio pasar por delante de sus piedras el cuerpo inerte del moro Almanzor, que acababa de morir recientemente en Bordecorex en su retirada desde Calatañazor, siendo trasladado hasta Medinaceli. De esto han pasado ya 1016 años exactamente.
atalaya islámica de la Torremocha |
Tras varios kms de soledad tras una curva me saluda en la distancia la iglesia de Fuentegelmes , orgullosa con su espadaña y campanas bien conservadas, como preludio de un pueblo que será mas pequeño y despoblado de lo que hace presagiar su robusta iglesia.
ventanas en Fuentegelmes |
casa tradicional en Fuentegelmes |
A partir de aquí el valle se abre, las laderas de vegetación se agachan , los campos se extienden algo más a los bordes del camino, que deja de ser tal para tornarse modesta carretera, el cielo se hace más inmenso y más azul si cabe , y el viento ya no tiene piedad.
Villasayas se presenta tras unos 4 kms desde Fuentegelmes. Su iglesia en lo alto de un cerro es bastante imponente y desproporcionada al tamaño actual del pueblo.
Más tarde, durante el privilegio de poder visitar su interior, Edelia , quien muy amablemente me abre su vieja puerta, me relatará con entusiasmo que originalmente nació románica , pero más tarde durante los siglos XVI y XVII creció reconvirtiéndose a renacentista, además de barroca en sus retablos interiores. Afortunadamente sus reformadores de esos siglos tuvieron la sensibilidad de guardar su mejor fachada románica para dejarnos contemplar hoy en día la estupenda galería sur con sus columnas y capiteles, así como alguna arquivolta de fantasía en su pórtico de acceso.
El regreso a Bordecorex lo emprendo por el mismo camino.
Ahora es cuando el viento del oeste se cebará realmente conmigo, implacable, mirándome de frente desafiante, haciéndome trabajar cada pedalada, un poco más pesada, más trabajosa , cada vez un poco más espesa que la anterior.
Atravieso Fuentegelmes, pero desde aquí decido "disfrutar" una variante tras llegar al viejo puente en ruina sobre el río Torete, y me desvío a la izquierda. Este rústico camino supone una larga y constante subida entre bosques de encinas hasta los Llanos, la estepa castellana.
Arriba el paisaje es otro. Tan diferente a pesar de tan cercano al anterior. La inmensidad del páramo. Kilómetros de campo y pequeño matorral se extienden en todas direcciones. La ascensión continúa algo más leve. Aquí en lo más alto del páramo , a más 1.100 mts de altura, la vista es infinita hacia donde quieras mirar durante todo el pedaleo.
Allí al sur diviso la Sierra de Ayllon en Madrid . Si vuelvo la vista atrás el Moncayo me observa , tan impresionante que parece lo tuviera a tiro de piedra, a pesar de estar en la provincia de Zaragoza. Y aquella otra cordillera hacia el norte solo pueden ser las Sierras de Urbion y de la Demanda en Burgos. Impresionante. Todas con un generoso manto de nieve en esta época.
Tras varios kms de pedaleo estepario, el valle del Torete se me presenta de nuevo con Bordecorex allí abajo al final del camino.
Este último tramo de fuerte bajada, degustándolo despacio contemplando el valle y el pueblo al fondo, supone una estupenda recompensa final a todo el esfuerzo de la ruta de hoy.
valle del Torete |
Este último tramo de fuerte bajada, degustándolo despacio contemplando el valle y el pueblo al fondo, supone una estupenda recompensa final a todo el esfuerzo de la ruta de hoy.
perfil de la ruta |
distancia, desnivel , altura máxima y mínima |
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